lunes, 4 de junio de 2007

Tres realidades de la Conchinchina moderna

Ho Chi Minh City es la mezcla de los años de la Conchinchina, el rojo comunista que ondea en su bandera, y el desenfrenado capitalismo. Una bomba molotov a la retina y sentidos del visitante.

Por: TEXTO Y FOTOS JUAN PABLO MENESES
FOTOGRAFÍA: JUAN PABLO MENESES

Aunque algunos la llaman Conchinchina y otros Cochinchina, el nombre más certero podría ser Cochinchine, en francés. La Conchinchina comprendía buena parte de la actual Vietnam, y su capital era Saigón.

Desde el fin de la guerra entre Vietnam y Estados Unidos, hace treinta años, Saigón ya no se llama Saigón, sino Ho Chi Minh City. El comercio no para aquí, practicamente se puede consegir casi de todo.

En Ho Chi Minh City más que en cualquier otra ciudad de Vietnam, nada hace pensar que estamos en una de las cinco repúblicas socialistas que van quedando en el mundo.

Mirando las cifras, esto se reafirma: después de China, Vietnam ha sido el país de Asia que más creció el año pasado. Gran parte del despegue se debe a esta ciudad, la otra capital de la Conchinchina. La ciudad donde viven más extranjeros. La ciudad del mayor tráfico vehicular. La ciudad donde están las multinacionales. La ciudad en cuyos suburbios familias enteras, incluidos los niños, cosen por veinte dólares al mes las pelotas de fútbol y la ropa deportiva que se usará en los principales campeonatos europeos.


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Es pasada la una de la madrugada y en la discoteca del Sheraton de Ho Chi Minh City todos nos movemos al ritmo de Aspen, la escena es extraña. La banda toca éxitos bailables de los años 80, todos los seguimos con las manos en alto, con los whiskies o champañas en alto, mientras las más sofisticadas vietnamitas siguen el ritmo arriba de sus tacos altos, y al fin de cada canción todos aplaudimos.


Claramente hay dos tipos de vietnamitas esta noche: las que hablan inglés desde el colegio o las que lo aprendieron para tener clientes en dólares. Cuesta diferenciarlas. Como cuesta diferenciar a los extranjeros que están viviendo en la ciudad como ejecutivos de multinacionales, o los que vinieron al sudeste asiático en plan de turismo sexual. Esta noche todo se confunde.

En la ciudad no hay discotecas, así que las fiestas de los hoteles cinco estrellas son las mejores de la ciudad —me había dicho un par de días antes una vietnamita con voz suave y sensual de nombre Xinh. Y era cierto.


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Aquí en la Conchinchina hay muchos turistas jóvenes, Lisa, Terry y Sandra andan en aquel plan y las encuentro ahora mientras navegamos por el río más largo de Asia, el Mekong.

En el Mekong se ven casas flotantes, ferias flotantes, barrios flotantes, familias flotantes, hay tanto movimiento que no hay cifras exactas de la población flotante del Mekong. El delta más famoso de Asia, plagado de huertos y pantanos y arrozales, se extiende de los límites de la ciudad de Ho Chi Minh. Para visitarlo en cualquier oficina de turismo venden viajes de uno, dos, tres, cinco y hasta quince días.


Durante ese recorrido conoci a Xua, un tipo que en vez de pierna derecha tiene un palo plástico y cuyas manos fueron derretidas por las secuelas del gas Napalm, pese a lo cual Xua pide dinero a los turistas siempre con una sonrisa. Aunque en su caso apenas sea un campesino, sin grandes proyectos, al que un día le explotó una bomba demasiado cerca como para alcanzar a correr. En la Conchinchina hay mucha gente mutilada.

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